¿Israel, Líbano y EE.UU. podrán mantener el acuerdo de alto el fuego?
La tregua Israel-Líbano de 2024 contrasta con la de 2006 por el rol clave de EE.UU. y aliados globales en asegurar una paz duradera. Este análisis explora las diferencias y los desafíos actuales.
El acuerdo de alto el fuego entre Israel y Líbano que entró en vigor temprano el miércoles plantea escenarios difíciles para los países que median en el acuerdo, especialmente para Estados Unidos, cuya próxima administración Trump heredará el progreso de meses de negociaciones delicadas y complejas.
Según el acuerdo entre Israel y Líbano, Estados Unidos ha asumido la responsabilidad de mantener la calma a lo largo de una de las fronteras más volátiles de Oriente Medio. Esta tarea se ve aún más complicada por la transición entre administraciones en EE. UU., con el traspaso de poder que está programado para ocurrir dentro del período inicial de 60 días del alto el fuego.
El alto el fuego establece un período de transición durante el cual el ejército israelí se retirará del sur de Líbano. Simultáneamente, el ejército libanés desplegará a sus soldados en las regiones fronterizas, mientras que se requiere que Hezbollah traslade su armamento pesado al norte del río Litani.
Un comité de supervisión liderado por Estados Unidos monitoreará la implementación del acuerdo y abordará las violaciones. Para tranquilizar a su aliado, Estados Unidos proporcionó a Israel una carta de garantías que permitía a las FDI responder, de formas que cumplieran con el derecho internacional, a amenazas directas desde el territorio libanés.
¿Cómo se puso en marcha el acuerdo?
Los esfuerzos por negociar un alto al fuego entre Israel y Hezbolá comenzaron hace meses. Una iniciativa franco-estadounidense anunciada en septiembre colapsó casi inmediatamente cuando Israel asesinó al líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah. Aunque Estados Unidos dio la bienvenida al resultado, la decisión del Primer Ministro Benjamin Netanyahu de actuar sin notificar previamente al Presidente Joe Biden llevó a tensiones entre los líderes.
Nuevos esfuerzos liderados por el enviado de Biden, Amos Hochstein, ganaron impulso a mediados de octubre. Hochstein medió entre Israel y Líbano, abordando las demandas de Israel de una estricta aplicación contra el rearme de Hezbolá y su libertad operativa para responder a futuras amenazas. Las conversaciones avanzaron rápidamente, infundiendo confianza en Washington de que un acuerdo estaba al alcance.
El 31 de octubre, justo días antes de las elecciones presidenciales de EE. UU., Hochstein visitó Israel para reunirse con Netanyahu. Según altos funcionarios de EE. UU., Netanyahu creía que tanto Israel como Líbano compartían intereses en lograr un alto el fuego.
Cinco días después de las elecciones en EE. UU., el Ministro de Asuntos Estratégicos Ron Dermer informó al presidente electo Donald Trump sobre las negociaciones durante una reunión en Mar-a-Lago. Trump mostró su apoyo al acuerdo, alentando a Netanyahu a finalizar el trato antes de que la nueva administración asumiera el cargo.
Hochstein y otros funcionarios de Biden superan obstáculos
En los días siguientes, Hochstein y otros altos funcionarios, incluido el Asesor de Seguridad Nacional de EE. UU., Jake Sullivan, trabajaron estrechamente con representantes de Israel y Líbano para superar obstáculos. Un problema controvertido fue la insistencia de Israel en mantener el derecho de responder a las violaciones de Hezbollah. La oposición francesa a esta demanda amenazó momentáneamente el acuerdo, pero la intervención directa del Secretario de Estado de EE. UU., Antony Blinken, con el Presidente francés Emmanuel Macron ayudó a resolver el desacuerdo.
A finales de noviembre, el acuerdo estaba casi completo. Sin embargo, las tensiones volvieron a aumentar cuando la Corte Penal Internacional emitió una orden de arresto contra Netanyahu, interrumpiendo las negociaciones. Fue necesaria una intervención personal de Biden y una amenaza de Estados Unidos de retirarse de los esfuerzos de mediación para que las negociaciones volvieran a encarrilarse. El gabinete israelí aprobó el acuerdo en un plazo de 36 horas después de su finalización.
El éxito del acuerdo ahora depende del despliegue del ejército libanés en el sur del Líbano y del cumplimiento de Hezbollah en retirar su armamento pesado al norte del río Litani. A diferencia de 2006, cuando los esfuerzos internacionales disminuyeron después de la implementación inicial, este acuerdo actual incluye un papel sostenido de Estados Unidos. Oficiales y diplomáticos estadounidenses supervisarán el cumplimiento desde la Embajada de Estados Unidos en Beirut, trabajando con funcionarios de la ONU, franceses, israelíes y libaneses para abordar cualquier violación.
Aunque no habrá tropas estadounidenses estacionadas en la frontera, el acuerdo permite a Israel actuar contra amenazas directas si es necesario. Los funcionarios estadounidenses siguen esperanzados en que el mecanismo de supervisión evite que las violaciones se intensifiquen. Un funcionario de alto rango enfatizó la importancia de la vigilancia constante, declarando: "Queremos una línea directa en tiempo real para abordar las violaciones de inmediato. Si mantenemos el enfoque, las intervenciones directas serán raras".
En menos de 60 días, la administración de Trump heredará este frágil acuerdo.
El equipo de Trump ha argumentado que Hezbollah aceptó el alto el fuego, reconociendo que los términos probablemente empeorarían bajo su liderazgo. Si el acuerdo se mantiene dependerá de una coordinación internacional efectiva y de una implementación disciplinada en las próximas semanas.
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