¿Dónde está la indignación mundial por los rehenes de Gaza?
Indignación crece al comparar respuesta pública a rehenes de Israel con crisis previas.
El hito de los seis meses del pogromo de Hamás se acerca rápidamente. El 7 de abril se cumplirá medio año desde que Hamás masacrara a 1.200 israelíes y secuestrara a otros 250 en la Franja de Gaza. Más de 130 de esos cautivos permanecen en las calabozos del ejército terrorista.
La difícil situación de los rehenes ha indignado a la opinión pública israelí y a la diáspora judía mundial, que está llenando las calles de carteles con los rehenes y organizando vigilias y mesas de Shabat vacías para simbolizar la ausencia de sus seres queridos. Todos los domingos, decenas de judíos e israelíes se reúnen en Central Park de Nueva York, en el National Mall de Washington DC y en ciudades de todo el mundo para seguir sensibilizando a la opinión pública.
Pero, ¿dónde está el resto del mundo?
Nuestra indignación se acentúa cuando comparamos la respuesta y el sentimiento público en torno a los rehenes de Israel con anteriores crisis de rehenes que perduran en nuestra memoria colectiva.
Cuando Boko Haram, el grupo radical militante de África Occidental, secuestró a cientos de colegialas nigerianas, el mundo alzó la voz. Países de todo el mundo entraron en acción para rescatarlas. Al parecer, Israel envió un equipo de expertos en inteligencia para ayudar en la búsqueda y se utilizó un avión modificado conjunto de Estados Unidos e Israel para el reconocimiento. #BringBackOurGirls fue durante un tiempo el hashtag más tuiteado en Twitter en todo el mundo.
Cuando el Kremlin encarceló injustamente a la jugadora de baloncesto estadounidense Brittney Griner, su caso se convirtió en una causa célebre en las redes sociales.
Los que tenemos edad para recordar recordamos la ola de emoción que recorrió Estados Unidos durante la crisis de los rehenes iraníes. Todo el país -y el mundo occidental- llevaba en el corazón a nuestros diplomáticos que los mulás habían arrojado a sus prisiones. Alrededor de los seis meses de su detención, la esposa de uno de los rehenes decidió atar un lazo amarillo alrededor de un árbol de su jardín como símbolo de fe en que su marido regresaría algún día. Su gesto corrió como la pólvora y aparecieron lazos amarillos en casas de todo el país.
Israelíes y judíos estadounidenses, que siguen relacionando este símbolo con la esperanza, se han puesto lazos azules y amarillos similares desde el primer día. Pero el silencio por los rehenes israelíes en Gaza es ensordecedor. Sería difícil encontrar a alguien fuera de la comunidad judía, aparte de nuestros simpatizantes electos, que se pusiera un lazo por los rehenes de Hamás, incluso por los estadounidenses.
Rara vez los rostros de los rehenes aparecen en portada
Mientras los principales medios de comunicación se inundan de imágenes de Gaza, rara vez aparecen en primera plana los rostros y las historias de los rehenes. Algunos en la extrema izquierda hacen algo peor que no decir nada: ridiculizan a nuestros rehenes y niegan las tribulaciones a las que han sido sometidos. Los medios de comunicación -y la opinión pública- deben mirarse a sí mismos con lupa y preguntarse cuáles son sus prioridades y su moral.
Esta misma semana, hemos sabido más sobre las depredaciones que están sufriendo los rehenes. Amit Soussana, liberada en el último alto el fuego, relató públicamente la violación que sufrió a manos de uno de sus captores, que la obligó a punta de pistola. Uno sólo puede imaginar lo que están experimentando las mujeres que siguen retenidas en Gaza, teniendo en cuenta que algunas pueden estar inimaginablemente llegando al sexto mes de embarazo como consecuencia de una violación. Además, muchos de los rehenes son ancianos y enfermos, que necesitan desesperadamente medicación y tratamiento para salvar sus vidas. Los cuidados médicos que han recibido los rehenes han incluido, al parecer, operaciones sin anestesia realizadas por veterinarios.
Esta semana también hemos sabido de la muerte de otro rehén, Uriel Baruch, de 35 años. Esto eleva el número de muertes confirmadas de rehenes a 34 personas, con otros 96 rehenes cuyo destino se desconoce. Esta increíble realidad nos recuerda que a los rehenes se les acaba literalmente el tiempo.
En esta cruel guerra -que Israel no buscó pero que ganará- la difícil situación de los rehenes duele a todos y cada uno de los judíos del mundo. Ojalá el resto de la humanidad, o al menos el mundo occidental, viera su calvario con la misma gravedad.
TRAERLOS a casa ya.
El escritor es el director general de la Conferencia de Presidentes de las Principales Organizaciones Judías Estadounidenses (COP), el reconocido organismo central de coordinación que representa a 50 diversas organizaciones judías nacionales en cuestiones de interés nacional e internacional. Sígalo en X en @daroff.
Jerusalem Post Store
`; document.getElementById("linkPremium").innerHTML = cont; var divWithLink = document.getElementById("premium-link"); if (divWithLink !== null && divWithLink !== 'undefined') { divWithLink.style.border = "solid 1px #cb0f3e"; divWithLink.style.textAlign = "center"; divWithLink.style.marginBottom = "15px"; divWithLink.style.marginTop = "15px"; divWithLink.style.width = "100%"; divWithLink.style.backgroundColor = "#122952"; divWithLink.style.color = "#ffffff"; divWithLink.style.lineHeight = "1.5"; } } (function (v, i) { });