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The Jerusalem Post

Todos los ojos puestos en Rusia como mediador entre Hamás y Fatah

 
FATAH Y responsables de Hamás esperan una reunión con el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, en el marco de las conversaciones intrapalestinas que tendrán lugar en Moscú en 2019.  (photo credit: Pavel Golovkin/Reuters)
FATAH Y responsables de Hamás esperan una reunión con el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, en el marco de las conversaciones intrapalestinas que tendrán lugar en Moscú en 2019.
(photo credit: Pavel Golovkin/Reuters)

El papel de Rusia como anfitrión y mediador de estas conversaciones es notable. Moscú parece estar aprovechando sus victorias percibidas en Ucrania para expandir su influencia en Medio Oriente.

En el paisaje geopolítico en constante evolución, el reciente anuncio de una reunión entre representantes de Hamás y Fatah en Moscú marca un momento significativo no solo para la política palestina sino también para la dinámica más amplia de Medio Oriente.

Programada para el jueves, esta reunión tiene como objetivo discutir la formación de un gobierno palestino unificado y la reconstrucción de Gaza, reflejando un punto crítico en las aspiraciones nacionales palestinas. La implicación de Rusia como mediador subraya su creciente ambición de afirmar su influencia en el Medio Oriente, especialmente a raíz de sus éxitos percibidos en Ucrania.

Hamás, reconocido como organización terrorista por varios países occidentales, mantiene el control de la Franja de Gaza y mantiene una firme oposición contra Israel, abogando por un estado islámico radical por medios políticos y militantes. Por otro lado, Fatah es un destacado partido político palestino y la facción líder dentro de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que históricamente ha perseguido un camino hacia la creación de un estado palestino a través de la negociación y la diplomacia.

El telón de fondo de esta reunión es un complejo tapiz de política regional, divisiones internas palestinas y las secuelas del conflicto. Días antes, la renuncia del Primer Ministro palestino Mohammad Shtayyeh señala una sacudida política destinada a consolidar el apoyo a la Autoridad Palestina. Este movimiento es visto como una respuesta al conflicto en Gaza, subrayando la necesidad de un frente unificado contra las presiones externas y la reconstrucción de la región devastada por la guerra.

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Las expectativas moderadas del Ministro de Asuntos Exteriores palestino, Riyad al-Maliki, para las conversaciones en Moscú reflejan el intrincado equilibrio de esperanza y realismo que caracteriza el enfoque palestino hacia estas negociaciones. "Esperamos que pueda haber buenos resultados en el entendimiento mutuo entre todas las facciones sobre la necesidad de apoyar a un gobierno tecnocrático que surgirá", declaró Maliki, destacando el objetivo de formar un gobierno capaz de navegar el desafiante panorama político. Sin embargo, la sombra de negociaciones previas fallidas se cierne ampliamente, planteando preguntas sobre la capacidad de lograr un progreso sustancial.

 Palestinos participan en una protesta en la que se pide a las facciones de Hamás y Fatah que concluyan la reconciliación, en la ciudad de Gaza el 3 de diciembre de 2017 (credit: REUTERS/IBRAHEEM ABU MUSTAFA)
Palestinos participan en una protesta en la que se pide a las facciones de Hamás y Fatah que concluyan la reconciliación, en la ciudad de Gaza el 3 de diciembre de 2017 (credit: REUTERS/IBRAHEEM ABU MUSTAFA)

La dinámica entre Hamás y la Yihad Islámica Palestina (PIJ), especialmente su postura en las conversaciones de rehenes en curso y el contexto más amplio de la guerra de Gaza, introduce capas adicionales de complejidad. El enfoque militar de Israel sobre Rafah y la estrategia más amplia para presionar a Hamás subrayan la naturaleza problemática de las negociaciones de alto el fuego y de paz. Esto refleja la precariedad de la situación y los desafíos que enfrentan cualquier esfuerzo de negociación.

El papel de Rusia

El papel de Rusia como anfitrión y mediador de estas conversaciones es particularmente digno de mención. Moscú parece estar aprovechando sus victorias percibidas en Ucrania para expandir su influencia en Medio Oriente. "Para Rusia, la oportunidad de reunir a los palestinos y presionar a Israel podría venir a raíz de su sensación de victoria en Ucrania", sugiriendo que Moscú ve esto como un momento oportuno para afirmar su papel en la región.


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Sin embargo, este movimiento tiene sus desafíos. La capacidad de Rusia para mediar de manera efectiva entre Hamás y Fatah y, por extensión, influir en el curso de las relaciones israelí-palestinas dependerá de su habilidad para navegar la intrincada red de alianzas regionales, rivalidades e intereses. Además, la eficacia de la mediación rusa será probada por la dinámica interna dentro de las facciones palestinas y sus relaciones con otras potencias regionales.

Las discusiones en Moscú, por lo tanto, representan más que solo reuniones entre facciones palestinas; son un microcosmos de las corrientes geopolíticas cambiantes en Medio Oriente. El resultado de las conversaciones podría tener implicaciones significativas, no solo para la unidad palestina y el futuro de Gaza, sino también para el equilibrio regional de poder.

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Mientras que la reunión en Moscú entre Hamás y Fatah ofrece un atisbo de esperanza para la unidad palestina y la reconstrucción de Gaza, también destaca la compleja interacción de la política regional, las divisiones internas y la diplomacia internacional.

La participación de Rusia como mediador agrega una capa de intriga geopolítica, sugiriendo un posible realineamiento de fuerzas en Medio Oriente. A medida que se desarrollan estas conversaciones, la comunidad internacional estará observando de cerca, consciente de que los riesgos se extienden mucho más allá de las preocupaciones inmediatas de la gobernanza palestina, para abarcar las dinámicas más amplias de poder e influencia en la región.

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